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martes, 27 de enero de 2009

Inventario



Un día lo vi. distinto. Tenía la mirada enfocada en lo distante. Casi ausente. Pienso ahora que tal vez presentía que ése era el último día de su vida.
Me aproximé y le dije:
- ¡Egunon, aitona!
Y él extendió su silencio. Me senté junto a su sillón y luego de un misterioso instante, exclamó:
- ¡Hoy es día de inventario, hijo!
- ¿Inventario? - pregunté sorprendido.
- Sí, ¡El inventario de las cosas perdidas! - me contestó con cierta energía y no sé si con tristeza o alegría. Y prosiguió:
- En el lugar de donde yo vengo, las montañas quiebran el cielo como monstruosas presencias constantes. Siempre tuve deseos de escalar la más alta. Nunca lo hice, no tuve tiempo ni la voluntad suficiente para sobreponerme a mi inercia existencial.
- Recuerdo también a Laura, aquella chica que amé en silencio por cuatro años; hasta que un día se marchó del pueblo, sin yo saberlo.
- ¿Sabes algo? - continua el aitona- También estuve a punto de estudiar ingeniería, pero mis aitas no pudieron pagarme los estudios. Además, el trabajo en la carpintería de mi aita no me permitía viajar. ¡Tantas cosas no concluidas, tantos amores no declarados, tantas oportunidades perdidas!
Luego, su mirada se hundió aún más en el vacío y se humedecieron sus ojos. Y continuó:
- En los treinta años que estuve casado con Lourdes, creo que sólo cuatro o cinco veces le dije “te amo”.
Luego de un breve silencio, regresó de su viaje mental y mirándome a los ojos me dijo:
- Este es mi inventario de cosas perdidas, la revisión de mi vida. A mí ya no me sirve. A ti sí. Te lo dejo, como regalo para que puedas hacer tu inventario a tiempo.
Y luego, con cierta alegría en el rostro, continuó con entusiasmo y casi divertido:
- ¿Sabes qué he descubierto en estos días?
- ¿Qué, aitona?
Aguardó unos segundos y no contestó, sólo me interrogó nuevamente:
- ¿Cuál es el pecado más grave en la vida de un hombre?
La pregunta me volvió a sorprender y sólo atiné a decir, con inseguridad:
- No lo había pensado. Supongo que matar a otros seres humanos, odiar al prójimo y desearles el mal ¿Tener malos pensamientos, tal vez?
Movió su cara de lado a lado, como reacción a mi respuesta errada. Me miró intensamente, como remarcando el momento y en tono grave, y firme me señaló:
- El pecado más grave en la vida de un ser humano es el pecado por omisión. Y lo más doloroso es descubrir las cosas perdidas sin tener tiempo para encontrarlas y recuperarlas.
Al día siguiente regresé temprano a mi casa, luego del entierro del aitona, para realizar en forma urgente mi propio inventario de las cosas perdidas.
Aitona. = Abuelo
Aitas = Padres
Aita = Padre
Egunon = Buenos Días

lunes, 12 de enero de 2009

Carta de un padre a su hijo


Un padre que pasa por la habitación de su hijo se asombró al ver la cama tan bien arreglada y todo bien recogido. Entonces vio un sobre colocado de forma prominente en el centro de la cama.

Estaba dirigida a, "Aita" ("Papá " )

Con la peor premonición, él abrió el sobre y leyó la carta con las manos temblorosas:
Estimado Aita, es con gran pesar y dolor que estoy escribiéndote. Yo tenía que escapar con mi nueva novia porque quise evitar una escena con Ama y contigo. He encontrando una pasión real con Ana y ella es tan buena, incluso con todas sus perforaciones, los tatuajes, y su ropa apretada de montar la Motocicleta. Pero no es sólo la pasión Aita, ella está embarazada y Ana me dijo que estaremos muy contentos. Aunque usted no la quiera ya que ella es mucho mayor que yo, ella ya posee un remolque en los bosques y tiene una pila de leña para calentarnos durante el invierno entero. Ella quiere tener muchos más niños conmigo y ése es ahora también uno de mis sueños.
Ana me enseñó que la marihuana realmente no hiere a nadie y la estaremos cultivando para nosotros y negociándola con sus amigos para vivir, y conseguir toda la cocaína y éxtasis que queremos. Mientras tanto, esperaremos que la ciencia encuentre una cura para el SIDA para que Ana pueda mejorar, se lo merece, es una buena chica.


No te preocupes Aita, yo tengo ahora 15 años y sé cuidarme. Algún día estoy seguro de que regresaremos a visitaros para que podáis conocer a vuestros nietos y a Ana, la mujer de mi vida
Tu hijo, Miguel

P.D.: Aita nada de lo anterior es verdad. Yo estoy arriba en la casa del vecino.
Solo quise recordarte que hay cosas en la vida mucho peores que la evaluaciòn de la Ikastola que está en mi escritorio.

¡Te quiero! Llámame cuando pueda volver a la casa.

PD: De cualquier estudiante

PD : Aita = Papa, Padre

Ama = Mama, Madre

Ikastola = Colegio, escuela

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